Damián Veiga: pasión, actitud y superación sobre el tatami

Jul 6, 2025

Damián Veiga (44 años) es hoy uno de los nombres más sólidos del kata veterano en España. En junio de 2025 se colgó la plata en el Campeonato de España Máster (categoría 41-45), consolidándose como subcampeón nacional. Unos meses antes ya había cerrado 2024 como Grand Winner de la Liga Nacional en su categoría y, a nivel autonómico, venía de proclamarse campeón de Castilla-La Mancha.

Pero más allá de las medallas, hay un dato que lo retrata: cuando enviamos mensajes a varios competidores por Instagram, él fue el primero en contestar y lo hizo con un “¡contad conmigo!” que desbordaba ganas de ayudar. Esa disposición abierta y cercana es la misma que muestra en su perfil @karatedamian, donde combina resultados, entrenamientos y mensajes motivacionales.

Con este contexto sobre la mesa, arrancamos una charla directa con Damián para conocer cómo entrena, qué le mueve y qué significa para él seguir compitiendo al máximo nivel mientras enseña y motiva a otros.

1. Damián, para quien todavía no te conozca: ¿cómo te describirías en tres palabras y por qué esas?

¡Pasión, actitud, superación!

Creo que, para un deportista, lo primero es que te guste lo que estás haciendo, que es la pasión por ese deporte. Lo siguiente es la actitud, las ganas que uno le pone y el sacrificar muchas cosas para llegar a esa meta.
Y superación a nivel personal: el yo puedo.

2. Viajemos al Damián niño: ¿qué chispa encendió tu pasión por el karate y qué persona—sea sensei, familiar o ídolo deportivo—te hizo decir “quiero llegar tan lejos como él”?

¡Bua! Empecé con el karate cuando tenía tan solo 5 años. Fue un gran descubrimiento en aquel entonces. En esa época el karate era más tradicional: muchas armas, pegar mucho al saco… ¡hasta que no te hicieras daño en los nudillos no parábamos! Era muy duro.
Tuve al mejor sensei de Uruguay, Leonardo Fernández, y para mí, hasta ahora, sigue siendo el mejor. Nos enseñaba mucho el respeto, la disciplina, la familia…
Cuando me tuve que venir a España fue muy duro dejarle, además de dejar mis estudios.

3. ¿Siempre sentiste esa afinidad por el kata o en algún momento te tentó el kumite, ya fuera para competir o simplemente por disfrute personal?

Desde que empecé con el karate, me gustaron desde el primer momento los katas, por la forma de entender e imaginar una pelea imaginaria. Al principio cuesta mucho… es como aprender a caminar, tus primeros pasos.
Está claro que te tiene que gustar. Yo, cuando hago mis katas, es mi momento de gloria, es mi desfogue, es cuando suelto todas mis malas energías… y me quedo como nuevo.
Aunque después termino agotado, jajajaja.

4. Desde que empezaste de niño, ¿has tenido alguna etapa en la que te alejaste del karate, o ha sido una constante en tu vida? ¿Hubo algún momento clave en el que decidiste retomarlo con más fuerza que nunca?

Sí, lo dejé con 28 años porque mi padre enfermó de cáncer. Él era como mi pilar, y no tenía energías para continuar.
Pero antes de que mi padre se fuera, me miró a la cara y me dijo que, por favor, no lo dejara. Que tengo algo que casi nadie tiene: el disfrute y la pasión por el karate.
Lo retomé 10 años después, cuando sentí que estaba preparado para volver. Y volvimos a las competiciones como Shotokan.

5. Hemos visto que además del karate, te dedicas profesionalmente al mundo del fitness y das clases de Zumba con muchísima energía y pasión. ¿Has practicado algún otro deporte de forma seria a lo largo de tu vida, más allá del karate y el baile, o siempre han sido esas dos tus grandes pasiones?

Sí, tengo mi propia escuela de Zumba. Conocí la Zumba en un momento muy duro de mi vida, que fue la pérdida de mis padres. Necesitaba algo que me ayudara a sacar esa rabia que tenía dentro, y me dije a mí mismo: si a mí me ayudó en ese momento en el que lo estaba pasando tan mal, puedo ayudar a otras personas también.
Además, soy entrenador personal, llevo a gente del famoseo.
Siempre me gustaron el karate y el baile… ¡es loco, porque son totalmente opuestos!

6. ¿Cómo influye tu faceta de instructor de Zumba en tu preparación y rendimiento como competidor de kata, y qué te aporta cada disciplina —en lo físico y en lo mental— que la otra no puede darte?

Bueno, tengo que decir que me organizo muy bien. Tengo las mañanas libres, y las aprovecho para entrenar dos horas diarias, más la parte física, como CrossFit y mis entrenamientos pliométricos para la competición.
El mundo del competidor te exige mucho tiempo, tanto en la preparación física como en el trabajo técnico del kata. Cuando me ven los rivales, me dicen: “¡Madre mía, siempre ganas!”, y no saben todo el esfuerzo que hay detrás, todas las horas de entrenamiento, más los entrenamientos en el Club Paco Mayoral.
No es fácil, la vida de competición es muy dura. Pero me gusta, y disfruto de ello.

Los fines de semana trato de sacar un hueco para crear nuevas coreografías de Zumba. Me tengo que organizar bien y hacer un esfuerzo para poder compaginar todo.
¡Tengo mucha disciplina!
Y cuando estoy muy cansado, me digo a mí mismo: si quieres algo, ve a por ello. La actitud es un factor muy importante.
Yo entreno de lunes a viernes, siempre.

7. Hemos visto que tus inicios fueron en Shotokan —lo cuentas en tu propia web— y recientemente te llevaste una Copa de Estilos Shito-Ryu. ¿Qué te ha aportado cada estilo a nivel técnico y mental, y cómo se refleja esa mezcla en tu kata actual?

La verdad, empecé con Shotokan en mi país.
Cuando me fui a vivir a otro país, tuve la suerte de que cerca de mi casa había un club que practicaba Shotokan: el Club Herca de Torrent, en Valencia. Empecé a competir y, la verdad, obtuve muy buenos resultados. ¡Hasta salía en los periódicos de Levante!

Cuando decidí mudarme a Madrid y fui a ver una competición, vi que casi todos en aquel entonces practicaban Shito-Ryu, y pensé: qué bonito estilo.
Lo confirmé en una competición donde vi a Sandra Sánchez y me dije: quiero practicar este estilo.

Claro, para mí no fue nada fácil. Es empezar desde cero, es totalmente diferente. Sobre todo, se trabaja mucho la respiración y todo es más pausado. Me costó entenderlo… estuve dos años entrenando muy duro. Pero no me arrepiento. Cada vez me gusta más este estilo de karate.
Y sí, mi motivación fue Sandra Sánchez.

8. ¿Cómo es un día “normal” de entrenamiento en tu vida? ¿Cuántas horas dedicas a la preparación física y cuántas a la técnica?

Como bien te vengo contando, caliento bien antes de empezar a prepararme físicamente. Me preparo un circuito grande: escaleras, pesas, TRX… Hago una parte física más técnica y, al finalizar cada circuito, escojo una parte del kata que más me cuesta, y ahí trabajo la velocidad y la potencia.
A veces me paso hasta 3 horas haciendo físico más técnica.

Además, durante la semana me gusta ir a clases de CrossFit. Trabajan mucho la fuerza y la resistencia, y eso me ayuda muchísimo a mejorar mi explosividad.

9. ¿Qué importancia le das a la preparación física en tu rendimiento dentro del tatami? ¿Hay algún aspecto que cuidas especialmente (como la explosividad, el equilibrio, la resistencia)?

Bueno, creo que se ha notado el cambio que he dado a la hora de competir. Trabajar el físico es muy importante, es tu herramienta, es todo. Te ayuda a prevenir lesiones, y más ahora que el nivel del kata es otro. Cada vez nos exigen más.
Sé que somos veteranos, pero para los árbitros tenemos que rendir como si fuéramos senior.

Trabajo mucho con gomas elásticas y bosu para lograr un buen equilibrio a la hora de plasmarlo en el tatami.

10. Compites en una categoría máster y estás en lo más alto. ¿Notas que necesitas adaptar el entrenamiento físico a tu edad o a la recuperación entre sesiones? ¿Cómo lo gestionas?

Bueno, compito en máster, pero alguna vez también me presento en senior… ¡y no se me da nada mal! En el Karate Playa quedé segundo clasificado en senior.
Tengo buen rendimiento físico. Además de mis entrenos, al impartir clases de Zumba trabajo mucho a nivel cardiovascular.
Nunca me he dicho “eso no lo puedo hacer”. Esta es una edad muy buena para practicar cualquier tipo de deporte o ejercicio.

Por ejemplo, entreno por la mañana y, para gestionar mi descanso, me tomo unas dos horas de recuperación. Aprovecho ese tiempo para ponerme la presoterapia y relajar las piernas, que son las que más sufren.

11. Sabemos que en toda buena historia de competición hay siempre un “rival clásico”, ese nombre que aparece en los cuadros y te hace pensar: “vale, esto va en serio”. ¿Tienes algún “archienemigo” deportivo —con cariño, claro—? Ese competidor con el que siempre te acabas cruzando, que te exige dar lo mejor y con el que hay una rivalidad sana pero intensa… ¿A quién estás siempre vigilando de reojo en el tatami?

¡Yo siempre digo que soy mi propio rival! Trato de superarme cada vez más, porque sé que puedo dar más de mí.
En mi categoría, claro que tenemos a José Mateo. Es muy bueno, y me gusta mucho cómo trabaja. Para mí, es una motivación, un referente para mejorar y superarme en cada competición. Pero con él no tengo rivalidad: nos llevamos muy bien.

Es más, en la última competición fuimos los dos a la final, y fue un 3-2. Y eso que al finalizar mi kata tuve un pequeño deslizamiento del pie, y los árbitros no me lo perdonaron.
Yo hice un kata con mucha dificultad, agregando un plus con un salto y una patada en el aire que, por ahora, nadie más lo hace. La mayoría de los competidores van a lo seguro, y yo creo que hay que arriesgar.

Y el mismo Mateo, al saludarme, me dijo: “¡Dami, qué lástima ese desplazamiento, porque si no me ganabas!”

12. ¿Tienes alguna manía o ritual antes de competir? (Pisar siempre con el mismo pie, repetir mentalmente algo, usar un karategui “de la suerte”… )

Sí. En mi casa tengo un Buda tailandés y un bonsái. Siempre, antes de salir de casa, les pongo incienso y una vela.

13. Has vivido muchas etapas dentro y fuera del tatami, pero sabemos que aún queda mucho por contar. ¿Qué planes tienes para el futuro? ¿Algún nuevo reto en competición, metas personales…? Lo que quieras compartir, este es tu espacio.

Me estoy planteando empezar a dar clases de karate. Primero, porque todo lo que yo sé me gustaría enseñarlo. Es una meta que tengo pendiente.
Y segundo, estoy mirando la posibilidad de competir fuera de España. También tengo en mente irme un mes a Japón a entrenar allí. Tengo la suerte de tener amigos que viven en Tokio, y seguro que en breve voy. Sé que allí voy a aprender muchísimo, y además… es el sueño de cualquier karateka.

Quiero darte las gracias por preocuparte y tomar esta iniciativa para los deportistas, que a veces estamos un poco abandonados.
Y si esto puede ayudar y aportar a otros competidores, ¡genial!

Oss.

Con Damián Veiga, uno entiende que el tatami no solo es un lugar de combate, sino un espacio de transformación.
Su historia es la de alguien que ha sabido convertir las dificultades en energía, la rutina en pasión y el esfuerzo en motivación para otros.
Mientras prepara su viaje a Japón y contempla la posibilidad de enseñar, ya está dejando huella: no solo en las clasificaciones, sino también en la comunidad que lo rodea.
Porque si algo queda claro tras hablar con él, es que el verdadero triunfo no está en ganar medallas, sino en inspirar a quien viene detrás.

¡Gracias, Damián, por compartir tu camino con nosotros!

Entrevista: DojoDigital.es
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