San Fernando: el kiai no entiende de edad
Bajo el cielo abrasador de San Fernando, el kárate español volvió a vibrar este fin de semana en la Ciudad Deportiva Bahía Sur. Durante dos días, más de 400 karatekas veteranos, procedentes de 17 federaciones autonómicas, se enfrentaron con una mezcla de pasión, técnica y experiencia que solo otorgan los años de tatami. No se trataba solo de competir: era una celebración del karate como forma de vida.
Desde el primer saludo ceremonial, quedó claro que Andalucía jugaba con la ventaja del terreno… y del talento. La federación andaluza no solo fue profeta en su tierra: se llevó la corona del medallero con 26 metales, siete de ellos de oro. Castilla y León y el País Vasco le pisaron los talones, igualando en número de preseas (16), aunque con menos primeros puestos. Madrid, siempre presente, sumó 18 en total, mientras otras regiones como Castilla-La Mancha, Asturias o Cataluña dejaron también su impronta.
Pero más allá de los números, lo que realmente encendió las gradas fue el espectáculo sobre el tatami. En kata, Rubén González de Fez (Valencia) y Yaiza Martín Abello (Aragón) se encargaron de inaugurar el podio con actuaciones que rozaron la perfección en la categoría de 35 a 40 años. No tardaron en seguirles Iker Bilbao (País Vasco) y Teresa Muñoz de Galdeano (Castilla-La Mancha), demostrando que a los 41 años la precisión y el ritmo siguen afinados como el primer día. A medida que avanzaban las rondas, nombres como Óscar Botrán (Castilla y León), Carmen López Mena (CLM), o Francisco Ortega (Andalucía) levantaban aplausos y respeto a partes iguales.
Uno de los momentos más emotivos del fin de semana llegó con Gustavo Adolfo Reque, andaluz de 71 años, que no solo compitió en kata, sino que se alzó con el oro. Su ejecución no solo fue impecable: fue una lección de vida. Igual que la madrileña Hortensia Durán, que en la misma franja de edad, cerró su participación con una medalla de oro y una sonrisa que no necesitó traducción.
En kumite, la tensión se palpaba en el aire. El catalán Álex Asnà y el andaluz Carlos Jimena protagonizaron finales llenas de emoción en las categorías de 35 a 40 años, con combates decididos en los últimos segundos. El veterano Pedro Luis Román (Castilla y León) se coronó en +75 kg con su estilo sobrio y eficaz, mientras que Héctor San Miguel (Madrid) demostró por qué sigue siendo referencia en el tramo 51-60, llevándose el oro con una actuación muy táctica.
Las categorías femeninas no se quedaron atrás. Iratxe Larrañaga (País Vasco) hizo gala de un control absoluto del combate, y Carmela Gómez (Castilla y León) confirmó su estado de forma arrollador. Eva María Ortigosa (Andalucía) rozó el podio en kata y en kumite, reafirmando que el nivel del kárate femenino máster en España vive un momento espléndido.
Los combates por equipos aportaron la guinda al espectáculo. Las finales se vivieron como auténticas guerras de estrategia y corazón. Castilla y León se llevó el oro en kumite masculino, mientras el País Vasco hizo lo propio en femenino. Andalucía, siempre al acecho, arrasó en el formato mixto, colocándose en lo más alto con un oro y dos bronces, sumando puntos y confianza en una categoría cada vez más vistosa.
Mención especial merecen los karatekas del para-karate. Desde Félix Escribano (Valencia), campeón en discapacidad física, hasta los andaluces Francisco Javier Pérez Clavijo y Francisco Javier Berenguer, que brillaron en categorías intelectuales, quedó claro que en el karate hay sitio para todos y que el espíritu de superación no conoce barreras.
La cobertura mediática, con seis señales de streaming simultáneas y un pico de 12.000 espectadores durante la final femenina de kata, dio al campeonato una dimensión nacional. La presencia institucional —con la alcaldesa Patricia Cavada entregando medallas y destacando el impacto económico para la ciudad— dejó entrever que San Fernando tiene papeletas para repetir como sede en 2026. No sería de extrañar: hoteles llenos, ambiente en las calles y una comunidad entregada.
Y mientras los patrocinadores como LaLiga Sports, Daedo o El Corte Inglés medían su retorno en visualizaciones y menciones, lo que realmente quedó fue el mensaje silencioso del tatami: que el kárate no es solo un deporte. Es disciplina, es constancia, es una comunidad. Y que el kiai, ese grito que rompe el silencio en cada técnica, suena igual de fuerte a los 35 que a los 75.